Plenitud personal e innovación educativa. Reflexiones en torno al deber educativo

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Esta contribución tiene por objeto reflexionar sobre el fin último del acto educativo: el desarrollo pleno de las personas. A la hora de repensar esta tarea con base en los nuevos requerimientos que las sociedades solicitan, se hace necesario retomar tanto el concepto de educación como el de innovación, disponiendo en el horizonte de la consideración la indispensable atención sobre las necesidades y potencialidades humanas como eje vertebrador del propio acto educativo. En este sentido, el papel y función de los educadores adquiere especial importancia, pues educar supone desarrollar en las personas facultades intelectuales, morales y afectivas con el objetivo de alcanzar su máximo perfeccionamiento. Por ello, la educación dispone del deber de considerar consciente y plenamente a la persona y, por consiguiente, de atender con certeza al acto educativo. Tal vez en esta consideración radique la verdadera innovación educativa necesaria en nuestros días, a la que se prestará atención en este escrito.

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